El bosque de la esperanza

Querido Thay y querida Sangha. Mi nombre es Fátima Tamayo Ayarza, nacida y habitante en la tierra de Palencia. Hace ya casi 9 años, comencé con la práctica. Las palabras y la sabiduría de Thay alumbraron mi camino, y despertaron en mí una nueva forma de ver y comprender el mundo, y sobre todo de relacionarme con nuestra querida Madre Tierra. Yo siempre me había considerado una persona que amaba la naturaleza, especialmente la montaña y los bosques. Gracias a la práctica y a las palabras de Thay, comencé a enamorarme de verdad, a sentirla, a sentirme parte, a verla como mi verdadero hogar, y a quererla como a una Madre. Siento que hubo un gran cambio en mí, pasé de consumirla y usarla, a amarla profundamente. Neuropsicóloga de profesión, este proceso también despertó en mi la comprensión profunda de la relación directa e interdependiente entre el sufrimiento humano y la desconexión con nuestra querida Gaia. En mi regreso de India, donde el dolor hacia el sufrimiento de la Tierra aún me tocó más profundo, recuerdo ir al mirador de Autilla o también conocido como mirador de Tierra de Campos a meditar y encontrarme, ya que no sabía dónde ir ni qué hacer en aquel momento de mi vida. Para describir la imagen del paisaje, son 80 km de tierras de cultivo, principalmente trigo y cereal, donde uno puede contar con los dedos de las manos el número de árboles que hay, hasta llegar a la hermosa Montaña Palentina. Nunca lo había sentido así, nunca había sentido tanto el dolor y el daño causado en estas tierras, en mi tierra. Una parte del planeta que ha sido deforestada y maltratada durante siglos. Ahí, entendí mi “misión”, mi aspiración profunda de cuidar de este rincón del mundo. Recuerdo esos años donde recorría pueblos castellanos, impartiendo cursos y talleres de neuroeducación y mindfulness en escuelas, mi corazón lloraba por las desoladoras imágenes que esas carreteras brindaban a mis ojos, el desastre natural de la agricultura industrializada, del maltrato a la Tierra, de la explotación y el abuso sin pausa, sin corazón ni conciencia. Despertó en mí el deseo profundo de hacer algo, de ser ese cambio que quería ver, de sanar mi relación con ella, agradecer sus maravillas abundantes, y compartir con otros ese sentir. Y la Vida me regaló un trocito de Tierra a quien cuidar, a quien agradecer todo lo que me da, el Jardín Despierto. Una hectárea y media que reforestar, reverdecer, regenerar, sanar. Todo un camino de interser, donde me he visto a mí reflejada, donde cada día aprendo y crezco. Un ser vivo en forma de “Jardín”. Al lado de la finca, había un bosquecito, hermoso y frondoso, una antigua vía de tren conquistada por la naturaleza. Un refugio y hogar de numerosos seres vivos. Era el bosque de la esperanza, donde uno puede comprobar la resiliencia de estas tierras y su verdadera naturaleza Verde, su fertilidad y abundancia, diferente de la imagen de campos de cereal desolados y deshidratados. Palencia era una zona conocida por sus manantiales, lagunas naturales, donde muchas aves pasaban estancias. Una tierra fértil conocida por sus deliciosas peras, manzanas y membrillos, y sus ricas huertas y hortalizas. Ahora es un secarral, las fuentes y manantiales han desaparecido. Desde que llegué, sentí que este lugar me había elegido de alguna manera, que tenía que protegerlo y cuidarlo. Que era un lugar de esperanza verde y de conciencia, para mí y para aquellos que hasta ahora la han visitado y me han ayudado con su cariño y trabajo a transformarlo. Pero hace unas semanas, llegó el progreso oculto de “verde”. Un proyecto subvencionado por los Fondos Next Generation para la” sostenibilidad” y la “protección del medio ambiente”: la creación de una “vía verde”. Una vía verde que ha destruido este bosque, en unas horas. 50 años de evolución y vida destruidas por un carril bici de 6 metros de ancho, ahora un cementerio de almendros en flor, olmos, chopos, alisos, escaramujos, plantas silvestres, y un largo etc. La destrucción de los nidos de muchas aves y posiblemente algunas de ellas. Primero llegó la rabia a visitarme, la incomprensión, el dolor. Luego la desesperación, el llanto y el miedo; después una profunda tristeza. Pero doy gracias a la práctica, que alumbra este camino y este proceso, que me ayuda a transitar la dimensión última, a querer ser abrazada por algo mayor, a querer mirar profundo dentro de mí y fuera, a mirar con compasión a aquellos que lo están haciendo, a comprender su ignorancia, sus puntos de vista y los míos, a sanar mi dolor, a coger fuerzas e impulso para ser la resistencia, a ver una pequeña estrella donde siento oscuridad. Quiero avanzar en este proyecto con el que llevamos 7 años, y digo “llevamos” porque comencé “sola” y ahora somos una familia, una sangha verde, compuesta de muchos seres, humanos, animales, plantas y minerales. Me dejo acariciar por las voces de los monásticos y monásticas cantando Praising the Buddha que escuché por primera vez en el retiro “Coming Back to Mother Earth” y ecología profunda al que asistí en septiembre de este año. Escucho Little Star, recién lanzada estos días al público. Namo Avalokistesvhara, leo líneas de un Canto de Amor a la Tierra y reflexiones sobre el Sutra del diamante del libro Zen and the Art of Saving the Planet. Camino conscientemente sintiendo este lugar sagrado para mí y para el Jardín Despierto. Lugar por el que durante 7 años hemos caminado conscientemente con la querida Sangha Arcoiris. Sé que quienes lo están destruyendo, no tienen la suerte de haber encontrado este camino aún. Quienes sufren la ilusión de separación, solo ven unos arbolitos sin importancia, sin papeles, sin derechos. Pido a la vida cada mañana que despertemos, que despierten, que seamos más, que la conciencia alumbre nuestros corazones antes de que sea demasiado tarde. Que yo sepa soltar y abrazar mis emociones difíciles, y que la práctica me dé cobijo …

Carta 3: Caminando tiernamente por la madre Tierra

«Caminando tiernamente por la madre Tierra», es la tercera de diez cartas de amor a la Madre Tierra, escritas por el maestro zen Thich Nhat Hanh y recogidas en el libro «Un canto de amor a la Tierra». Vídeo realizado por el equipo Madre Tierra Interser (https://madretierrainterser.org), cuya finalidad es difundir la práctica de la atención plena a través de la ecología y la espiritualidad. Este proyecto está integrado dentro de la Comunidad Budista del Interser (https://tnhspain.com).

«¿Cómo han cambiado las enseñanzas de Thay tu forma de cuidar de la Tierra?»

Los/as integrantes del Equipo de Madre Tierra, compartimos nuestra vivencia individual de las enseñanzas de Thay y el interser con relación al cuidado de la tierra y el contacto con la naturaleza. «Lo que miro soy yo mismo. Cada vez que toco profundamente tu maravillosa realidad, querida Madre Tierra, soy capaz de percibir esta afirmación.»Metiendo mis manos en tus entrañas, al acompañar tu proceso creativo, ahí, puedo ser consciente de la inmensa vastedad que difumina todo límite.Sentado a la luz de la mañana, al contemplar el frío del invierno, reposando sobre la huerta. Caminando entre los bosques y admirando el sol, acostándose en la inmensidad del océano. En el silencio sagrado de las estrellas y descansando bajo la luz de la luna. Solo ahí, en ese mismo instante, puedo comprender y experimentar, esta enigmática palabra: “Interser”.Un día llegaste a mis oídos, y ahora puedo sentirte latir en mí mismo, abriéndome a una realidad tan íntima como inmensa, tan conocida como oculta. Puedo sentir que he llegado, que estoy en casa, reposando, en lo que yo mismo inter-soy.Gracias querido Thay y querida Madre Tierra, por abrirme la visión a esta maravillosa realidad. Jorge Costas Esta forma de tratar el cultivo de la tierra ha sido un proceso progresivo de practicar la comprensión del Interser, proporcionado por la plena consciencia y el cuidado de la vida de todos los seres. Al cultivar la huerta, respeto todas las plantas y los animales que me encuentro, intento que haya un cierto equilibrio y pueda comer de sus verduras.Para ello observo con detenimiento y cultivo las plantas más resistentes y mejor adaptadas al lugar, escuchando la experiencia de l@s hortelan@s de la zona, tratando de recibir su sabiduría y aprender sus costumbres.La huerta que cuido, a simple vista, puede parecer caótica, se ven hierbas no comestibles junto a las acelgas, borrajas, apios, escarolas, ajos, cebollas, etc. todas entremezcladas. Se pueden ver salteadas por el espacio, algunas acelgas, borrajas, apios, etc.. Que han crecido espontáneamente, sin ser sembradas. Cuando las plantas acaban su ciclo, recojo las semillas y las esparzo por la huerta, y pienso “a ver qué pasa”, alguna de ellas crecerá y será mi alimento.Entonces, al cavar la tierra, observo con suma atención todas las plantas, reconociendo las comestibles de las no comestibles y decido cuáles puedo dejar crecer ahí donde están y cuáles tengo que retirar para dejar espacio para otras plantas. Nunca uso el apelativo de “malas hierbas”, me parece despectivo y una visión estrecha de la realidad del interser.De esta forma, para mí cultivar la huerta es una fuente de alegría y de aprendizaje continuo, aceptando la presencia de todos los seres, respetando su vida si está en mi mano y uniéndome así a la tierra. Luis del Val Comenzamos año y es un buen momento para recordar las cosas importantes.Veo el jardín desde la terraza y un gorrión posado en las ramas desnudas del lilo. El sol entra por las ventanas y templa la casa y da luz a las habitaciones. Abro el agua y mana caliente procedente de los paneles solares. Voy a por la leña para la estufita que calentará el salón al atardecer. Es algo cotidiano y a veces se nos olvida que todo y todos provenimos de la Madre Tierra, que inter-somos con ella. Los alimentos que tomamos, también aquellos procesados, proceden de la naturaleza. La ropa con la que nos cubrimos, incluso la sintética, en última instancia procede de petróleo que ha sido fruto de un largo proceso natural de transformación de sedimentos, al igual que el gas con el que nos calentamos. También nosotros y nosotras somos parte de la Madre Tierra, aunque a veces nos olvidamos y no la tratamos con el respeto que se merece. Veo en mí el agua, el sol, la tierra, el fuego, el aire… y también puedo verlos en ti. Aprovechemos el año que comienza para mirar más profundamente y ver reflejado en todo y en todos a la naturaleza que nos da la vida. Bendita sea la interdependencia y el interser. Mar Asunción Higueras Siendo adolescente colaboraba con un grupo ecologista local. En esta asociación se organizaban eventos educativos, se escribían artículos de prensa o se pleiteaba con el ayuntamiento por algún vertido ilegal. En aquel momento, mi visión de la ecología era muy diferente. Creía que las acciones individuales no valían de nada, y que debían ser las empresas y políticos los que solucionasen los problemas del medio ambiente.Thay, su enseñanza sobre el Interser, y la práctica de la atención plena en mi vida diaria, me han enseñado que, con mi forma de vivir, es mucho lo que puedo hacer para proteger el planeta. Antes, el foco de mi visión estaba fuera, y luego se movió hacia adentro; ahora, aprendo día a día a contemplar la ecología como una totalidad, sin un “fuera”, y sin un “dentro”.Continúo descubriendo nuevas formas de cuidar y proteger el planeta, desde lo pequeño, lo que parece insignificante, cambiando así mi forma de vivir y de relacionarme con la Vida. Como paradoja, me encuentro que cuanto más perfilo mi ecologismo de la vida diaria (cultivar un huerto, comprar de segunda mano, ¡usar un váter seco!), más fortaleza siento para impulsar y tomar parte de un activismo global. Alba Iglesias Las enseñanzas de nuestro maestro Thay y la práctica diaria me ha ayudado a percibir el mundo de forma diferente. El interser toma vida, y percibes la esencia de todos los seres. Ese sentimiento de hermandad y armonía que brota con todos ellos, desde la brizna de hierba hasta la montaña, es algo nuevo.Desde esa percepción la acción se vuelve clara. El cuidado de nuestro entorno y el nuestro propio supone una misma intención, y así la relación con la Madre Tierra se vuelve algo muy íntimo. Todo nos une, y desde ahí, el movimiento que surge es compasivo con uno mismo y amoroso con el entorno. De repente es como si el pensamiento o la acción correcta brotasen naturalmente en esa …

Lo que consumimos

Nuestra vida transcurre en medio de un consumo constante. Consumimos películas que evocan en nosotros emociones; viajes en avión que nos transportan a otros lugares; conversaciones que determinan nuestros pensamientos y aspiración vital; suculentos platos que nos llenan de colores, olores y sabores. Consumimos, consciente o inconscientemente, multitud de alimentos en forma de estímulos, palabras, sensaciones… que se integran en nosotros/as y que, día a día, van conformando lo que somos. Nuestra forma de pensar, de hablar o de actuar en este preciso instante está condicionada por algo que hemos oído en la radio ayer o que hemos leído en un libro hace veinte años. También las experiencias y circunstancias de nuestros ancestros están presentes en cada uno de nuestros gestos. “¿Qué estoy consumiendo?”, es una pregunta revolucionara. Dicho de otra forma: ¿cuál es el futuro posible para mis hijas y nietos con mis decisiones del presente? La clave es el consumo consciente. Con nuestras elecciones podemos moldear y transformar la vida. A través de nuestro consumo podemos decidir qué proyectos, iniciativas o formas de vida apoyar; descubrimos si con nuestras acciones estamos protegiendo o destruyendo el planeta. Conscientes del interser en lo que consumimos descubrimos que podemos transformar el mundo. Para el próximo domingo 18 de diciembre os proponemos una mañana de plena consciencia, junto con la Sangha en la Nube. Estará con nosotros nuestro hermano, Luis del Val, maestro del Dharma, para ofrecernos una charla que nos ayude a reflexionar sobre el modo en que consumimos habitualmente y durante las fiestas navideñas, y cómo podemos contribuir a hacer un consumo más sostenible y respetuoso con la Madre Tierra. 09:55 Acogida Llegamos con holgura para relajarnos y calmarnos antes de comenzar nuestra mañana de atención plena 10:00 Meditación sentada Disfrutaremos de una meditación guiada, sentada 10:30 Charla del Dharma e Introducción al Grupo de Profundización Nuestro querido hermano y Maestro del Dharma, Luis del Val, nos ofrecerá una charla inspiradora sobre el consumo e introducirá el Grupo de Profundización de Madre Tierra (que comenzará en enero de 2023) 11:00 Tocar la Tierra Hacemos algunas postraciones que nos conecten con nuestros ancestros familiares y espirituales y renueven nuestra aspiración con la Madre Tierra Meditación de la fruta y Silencio Breve meditación para observar profundamente el Interser en una fruta de temporada de nuestra elección seguido de unos minutos de silencio 11:30 Compartir del Dharma Tiempo para compartir nuestra experiencia 12:00 Cantos y despedida Gratitud y sonrisas 12:10 Meditación caminando Tras una breve introducción tendremos la oportunidad de salir a meditar caminando, fuera de pantalla😊 Te recomendamos que te conectes a las 09:50 h por si se presentan dificultades para la conexión. Empezaremos a las 10 h y terminaremos a las 12:10 aproximadamente. Durante la meditación guiada mantendremos la sala cerrada para evitar distracciones; si llegases durante este rato de meditación puedes respirar en la sala de espera, y en cuanto termine la meditación guiada te daremos paso para que puedas unirte al resto de las prácticas. El enlace para el encuentro es el siguiente: https://us05web.zoom.us/j/87012536047?pwd=dHh0U1R5R0FBTkhMVkNNK2ZVL05mUT09 Contraseña: b33mK8 Id de reunión: 870 1253 6047 Recibe un abrazo consciente, desde la Sangha en la Nube y el grupo Madre Tierra.

Carta 2: Tu maravilla, belleza y creatividad

«Tu maravilla, belleza y creatividad», es la segunda de diez cartas de amor a la Madre Tierra, escritas por el maestro zen Thich Nhat Hanh y recogidas en el libro «Un canto de amor a la Tierra». Vídeo realizado por el equipo Madre Tierra Interser (https://madretierrainterser.org), cuya finalidad es difundir la práctica de la atención plena a través de la ecología y la espiritualidad. Este proyecto está integrado dentro de la Comunidad Budista del Interser (https://tnhspain.com).

Carta 1: Querida Madre de todas las cosas

«Querida Madre de todas las cosas», es la primera de diez cartas de amor a la Madre Tierra, escritas por el maestro zen Thich Nhat Hanh y recogidas en el libro «Un canto de amor a la Tierra». Vídeo realizado por el equipo Madre Tierra Interser (https://madretierrainterser.org), cuya finalidad es difundir la práctica de la atención plena a través de la ecología y la espiritualidad. Este proyecto está integrado dentro de la Comunidad Budista del Interser (https://tnhspain.com). Las imágenes y vídeos fueron tomados en Nigrán y Gondomar (Galicia, Pontevedra – España)

Día de plena consciencia con la Madre Tierra

Cada día la Madre Tierra nos regala todo lo que necesitamos para vivir, pero normalmente no somos conscientes. Nuestros pies caminan apoyándose en la Tierra mientras nuestra mente está en otro lugar. Os queremos invitar allá donde estéis a dedicar un día juntos a honrar el milagro de la vida, reconectándonos con nosotros y nosotras mismas, y  con todos los seres que formamos este hermoso planeta. El pasado curso un grupo de practicantes nos unimos para profundizar en la relación que manteníamos con la Madre Tierra, reflexionando y tomando decisiones sobre temas como la energía, el transporte, la alimentación, el modo de vida, el cuidado de la vida… Fue un bonito viaje en el que nos apoyamos unas personas a otras en nuestro camino individual, inspirándonos en la energía colectiva de la Sangha. Como colofón celebramos un día de plena conciencia online, ya que las personas que formábamos el grupo proveníamos de distintos lugares. Y salió estupendamente, todas las personas manifestamos nuestra satisfacción de habernos podido sumergir en las distintas actividades, cada cual desde su casa y manteniendo al tiempo el espíritu de grupo. También comentamos el gran aporte de energía que habíamos recibido, y esto nos motivó a querer extenderlo a más personas. Desde el equipo Madre Tierra os invitamos a iniciar el nuevo curso uniéndonos el día 2 de octubre, entre las 10:00 y las 17:00 h para celebrar la vida en plena conciencia. Compartiremos meditación sentada, charla del Dharma, meditación de la fruta, meditación caminando, tocar la Tierra, relajación profunda y compartir del Dharma. También presentaremos la nueva edición del grupo de profundización “Hacia una visión profunda del Interser con la Madre Tierra”. Si estáis interesadas o interesados en asistir a este día de plena consciencia podéis escribirnos a: madretierra.cbi@gmail.com ¡¡Os esperamos!! Con cariño, Equipo Madre Tierra

Practicando bajo los pinos

Y el bosque irá con nosotros y nosotras, allí dónde vayamos. Llevando el amor de la madre tierra a otros corazones. En Septiembre de 2019 mi amigo Rick de Holanda y yo nos reunimos en su preciosa casa de la Floresta, en medio del bosque de Collserola. Los dos acabábamos de volver de pasar el verano en Plum Village como voluntarios. Él, en Upper Hamlet con los niños y yo, en New Hamlet, ayudando con las familias y organización del retiro en general. Había sido muy bonito encontrarnos allí. Ya entonces recuerdo que, sentados en las escaleras de la gran campana, compartimos la visión de crear una sangha para gente joven (Wake Up) en Barcelona, dado que él venía a vivir a aquí. Aquella tarde de septiembre con la que he empezado el relato, sentados en su jardín, la luz del atardecer se coloreaba por detrás de la montaña sagrada de Montserrat. Las vistas te dejaban sin aliento. Acompañando, la sinfonía de los mirlos, como si quisieran adornar la trascendencia del momento con sus cantos. Aquella tarde acordamos hacer una primera reunión con amigos y amigas que podrían estar interesadas en formar un grupo así.  Unas semanas más tarde éramos 6 personas a la luz de las velas, en casa de Rick degustando el mejor pastel vegano de calabaza que he comido nunca. Recuerdo la emoción del momento, el cariño y la ternura de cada uno de los que estábamos allí. Cómo quien ve nacer un niño o un brote de primavera.  Se decidió que, dado que somos gente joven y en ese momento con un presupuesto limitado, nos reuniríamos una vez al mes en el bosque de Baixador de Vallvidrera. De este modo, nos evitábamos el problema de tener que pagar el alquiler de una sala. De las personas que nos reunimos aquel día no volvió a venir nadie. Horarios de trabajo, traslados a otra ciudad… Pero se unieron personas nuevas y pudimos formar un grupo que bautizamos como Sangha del Pino. A lo largo de ese año pasaron por el grupo muchas hermanas y hermanos de práctica. Algunas para quedarse, muchas otras para seguir su camino. Aprendí que todo es inpermanente, sobre todo a estas edades. Que la gente iría y vendría. Al principio me generaba frustración. No sabía a qué atenerme. Parecía que nada era estable. Entonces pensé en el bosque en el que nos reunimos. No importaba quienes fuéramos ese día, ni si tardábamos varias semanas en ir. Él siempre estaba ahí. Recibiéndonos con los brazos abiertos, sin pedir nada a cambio. Siempre dispuesto para hacernos de refugio, siempre presente. Entendí que si yo me mantenía firme y sólida en mi decisión de mantener ese espacio abierto, siempre habría personas que acudirían.  Pasada la pandemia, volvimos a reunirnos en nuestro amado bosque y el grupo empezó a crecer. Con edredones, chocolate y termos calientes en invierno, defendiéndonos de los jabalíes en primavera y aprovechando el verano para hacer excursiones junto con la práctica. Practicar en un entorno vivo hace que cada sesión sea una aventura. Tras tres años desde aquella tarde en casa de Rick, siento una profunda gratitud por el bosque que nos acoge. Soy consciente de que la belleza de reunirnos en un entorno natural, es que sentimos que ha crecido con nosotros. Que nos ha acompañado en nuestros cantos, nuestros paseos conscientes, nuestro dolor compartido, nuestra hermandad y nuestra alegría. Para mí, es un miembro más de la sangha, ahora ya imprescindible.  Pienso que maravilloso es poderse reunir en un entorno tan especial y que invita a la paz y la concentración sin gasto alguno. Un entorno que nos acoge tal cual somos, sin juzgar. Que no interviene cuando hablamos, simplemente nos sostiene. Que es silencioso testigo de todo lo que ocurre. Siempre amándonos.  Y seguiremos aquí. Otro verano, otra primavera. Y aprenderemos a ir despacio como el caracol entre las hojas que crujen. A ser frescos y frescas como la lluvia recién caída o las flores recién salidas. Nos contagiarán de alegría los pájaros, celebrando la vida desde las ramas. Recordaremos que en este momento no hay que hacer nada más que disfrutar del paso de las nubes y nuestra respiración. Y el bosque irá con nosotros y nosotras, allí dónde vayamos. Llevando el amor de la madre tierra a otros corazones. Eva Dallarés, Generosa Ecuanimidad del corazónSangha del Pino, Barcelona (Wake Up)

La Cumbre del Clima de Glasgow

Tímidos avances ante la magnitud y la urgencia de la emergencia climática Un año más se celebró la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, y un año más decepcionó a la ciudadanía por sus insuficientes avances para afrontar un problema que ya estamos sufriendo, con mayor frecuencia e intensidad, de fenómenos climáticos extremos como olas de calor, sequías prolongadas, lluvias torrenciales… Durante dos semanas los gobiernos estuvieron reunidos para acordar un marco común en el que dar respuesta a un fenómeno que es global y que, por tanto, requiere ponerse de acuerdo para que los países actúen en la medida de sus responsabilidades y capacidades. Sin embargo, un año más los países industrializados desoyeron las voces de los más vulnerables, voces que los exhortan a que actúen ya para disminuir las emisiones que provoca el cambio climático, y que los compensen por las pérdidas y daños que ya están sufriendo en sus países de la forma más dramática, aunque son los menos responsables del problema. También los jóvenes demandaron justicia climática, más acción y menos bla, bla, bla. Si bien los primeros días hubo múltiples anuncios y alianzas entre gobiernos y también en determinados sectores, lo cierto es que sus compromisos fueron de carácter voluntario y no se vieron reflejados luego en el texto final del acuerdo, el llamado Pacto del Clima de Glasgow. Lo que sí se recogió en el texto, por primera vez en estos acuerdos, fue la mención a la necesidad de poner fin al carbón y a los subsidios a los combustibles fósiles, si bien se les agregaron calificativos para hacerlos más débiles, como el de subsidios «ineficientes» a los combustibles fósiles, como si pudiera ser eficiente destinar dinero público al combustible que está alimentando el cambio climático. También en el último momento se cambió la expresión «eliminación gradual» de la electricidad generada con carbón por «reducción gradual» de la misma, lo cual diluye bastante este compromiso. En cuanto a la transferencia de recursos económicos y tecnológicos a los países vulnerables, se quedaron muy cortos. Se constató que no se había cumplido el compromiso adquirido en 2009 y ratificado en 2015 por el Acuerdo de París de transferir a los países en desarrollo 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020, y se solicitó a los países que lo hiciesen efectivo cuanto antes. Un avance en este sentido fue el compromiso de duplicar el Fondo de Adaptación. Como punto positivo destaca la inclusión del imprescindible papel de la naturaleza, tanto de los ecosistemas terrestres como marinos, reconociendo su vital función en la absorción de emisiones y en la adaptación al cambio climático. El texto recoge el reconocimiento de los gobiernos de la necesidad de incrementar la ambición de los planes presentados para ser coherente con el objetivo de limitar el aumento de temperatura global a 1,5 ºC, el umbral que la ciencia considera que no debería superarse para evitar impactos catastróficos. A fin de lograrlo, es necesario reducir las emisiones a la mitad para 2030, lo que está muy lejos de los objetivos presentados por los gobiernos. Por tanto, se les pide que los revisen. El cambio climático es un indicador de una crisis más amplia que estamos viviendo, y que tiene que ver con el tipo de relaciones que establecemos entre las personas y con la naturaleza, relaciones en las que hemos olvidado la interdependencia y el bien común. Necesitamos transformar la manera en que producimos y consumimos energía, alimentos, cómo nos movemos y nos relacionamos con la Madre Tierra. Los gobiernos deberían crear las condiciones para este cambio de paradigma, pero comprobamos año tras año que avanzan poco y lento. La verdadera transformación requiere un cambio de conciencia, reflexionar cada una de nosotras sobre cómo contribuimos con nuestro consumo, nuestro dinero, nuestro modo de vida… Y actuar en la medida de nuestras posibilidades, con la alegría de formar parte de una comunidad más amplia que ya está en transformación. Para apoyarnos entre nosotros en el camino, desde el equipo Madre Tierra de la CBI vamos a iniciar una serie de talleres en esta dirección que hemos denominado «Hacia una visión del Interser con la Madre Tierra». Como decía Gandhi, podemos contribuir a «ser el cambio que queremos ver en el mundo».