¡Madre Tierra, gracias por acogernos para celebrar nuestro primer retiro! Entre los días 11 y 14 de julio, nos hemos reunido en Vilas (Gondomar), 18 personas, para disfrutar de un contacto íntimo y estrecho con la Tierra.

Ha sido una experiencia maravillosa, de las que dejan huella en el corazón. Tener la oportunidad de despertar con la primera luz del día, para dirigirse a la sala de meditación al aire libre, entre los árboles, las plantas, los animales. Sintiendo la inmensidad del cielo sobre nuestras cabezas, el aire frío acariciándonos y el canto de los pájaros acompañando al silencio de la montaña y la tierra; ha sido espectacular. Por un momento he sentido al Buda en mí, meditando en los bosques, bajo el dosel de los árboles y la protección de la Tierra.

Poder hacer movimiento consciente, con la salida de los primeros rayos del Padre Sol, calentando nuestro cuerpo. Caminar descalzo sobre la hierba. Pasear entre los árboles de ribera, de un arroyo de montaña. Acercarnos a los acantilados rocosos para contemplar el océano. Estar todo el día en contacto con los elementos y las condiciones que la Tierra nos ofrece, el frescor, el calor, la luz, la oscuridad, la niebla, la lluvia… ha hecho que me sintiera totalmente vivo.

Conocer el medio que nos rodea de la mano de la sabiduría de Fonso y César, y el medio interno, a través de la guía de Luis, ha sido una oportunidad de reconocer la maravillosa sabiduría de la Vida, que está ahí, para nosotros y nosotras a cada momento.

Saborear la comida elaborada en la lentitud y calidez del fuego de leña, y en la creatividad y consciencia de Alba, me ha nutrido totalmente, con una sensación de plenitud.

Contactar con cada hermano y hermana que ha participado en este retiro, a través del silencio, de una sonrisa, una mirada o una conversación en un grupo pequeño, que ha permitido intimidad y cercanía con todos y todas, ha generado calidez y ternura en mi corazón.

Celebrar la transmisión de los cinco entrenamientos, donde once hermanos y hermanas se comprometían bajo la mirada atenta y amorosa de la montaña, la tierra, las plantas, los animales y los minerales, a seguir un camino de vida consciente y compasivo, me ha llenado de alegría.

Descansar, cuando la última luz del día se esconde y dormirse con los sonidos de la naturaleza arrullándonos, en la mágica noche, me ha transportado al misterio del silencio y la oscuridad.

Observar, que hemos estado juntos y juntas como comunidad, sin más energía externa que la de la leña para cocinar. Que hemos disfrutado de alimentos ecológicos comprados en una pequeña tienda y panadería de la zona, generando economía local, así como verduras de nuestros vecinos y vecinas. Que hemos generado una sola bolsa de residuos a lo largo del retiro y que hemos compostado los pocos restos de comida y los desechos de los baños secos, para que vuelvan a la tierra. Que nos hemos duchado con agua fría de la montaña y nos hemos climatizado con el aire que el cielo nos ofrecía. Que hemos minimizado el contacto con elementos tecnológicos y artificiales para maximizar el contacto con la naturaleza, las personas y todos los seres. Todo ello, me ha hecho ver, que es posible vivir en contacto y armonía con la Tierra, como personas y como comunidad.

¡Gracias Madre Tierra y gracias a todas y todos los que habéis participado y hecho posible este retiro!

Jorge Costas Solla (Sangha Terra de Presença, Pontevedra)