Queridos hermanos y hermanas, A continuación compartimos reflexiones de algunos miembros del Equipo Madre Tierra y participantes del Grupo de Profundización, con el deseo de que resulten inspiradoras para todos y todas: Cuando decidimos iniciar una sangha local, veíamos claro que ésta estaría integrada en la naturaleza, siendo la Madre Tierra un elemento clave de nuestra práctica. Cada encuentro bajo los sauces o en la sala de meditación, se acompaña de un paseo por el huerto o los bosques que nos rodean. Pero pisar y respirar la tierra no es la única vía de ecología y activismo en la sangha, por esto hemos incluido otros pequeños guiños. Por ejemplo, en los Días de Atención Plena, preparamos la comida con los alimentos del huerto ecológico que rodea la sala de meditación, y el servicio meditativo lo distribuimos entre la cocina y tareas de mantenimiento en el huerto. Además hemos iniciado dos proyectos: el primero es un grupo de consumo en el que apoyamos iniciativas de producción ecológica local, haciendo de puente entre los productores/as y las personas de la sangha. El segundo proyecto consiste en apoyar los espacios naturales (huertas y jardines) de otros miembros de la sangha, reuniéndonos con cierta frecuencia en estos otros lugares para hacer tareas conjuntas de limpieza, desbroce, poda, cuidado… y fortalecer así nuestra fraternidad. Paso a paso se construye la comunidad. Alba Iglesias Como dice nuestro querido Thay: “Somos gotas de agua, que se evaporan antes de llegar al océano. Solo cuando nos unimos a otras gotas, tenemos la capacidad de fluir como un río, que llegará al océano”. Siento que yo soy esa gota de agua, que ha vagado por diferentes caminos y que se ha ido secando poco a poco. Solo cuando, estoy dispuesto a perder, en apariencia, mi individualidad de gota, puedo asociarme a una corriente de agua fresca y viva, que fluye cara el océano. Soy consciente que ahora, siendo parte de un río, el camino en última instancia no depende de mí, sino del conjunto. Que a veces es raudo y alegre y otras sinuoso y abrupto, pero que avanzo cara el océano de la comprensión y la compasión. Hacia el océano de la confianza y la alegría de saberme hijo de la Tierra. ¡De sentirme cuidado por ti, querida Madre Tierra y de fluir con sumo cuidado hacia tu orilla! Jorge Costas